Este rincón del desierto merece ser saboreado con todos los sentidos, especialmente durante los diversos momentos del día. Desde el amanecer y sus instantes previos hasta los posteriores, configuran un espectáculo único. Después, con el desayuno servido, regresaremos a Merzouga para comenzar la emocionante ruta todoterreno de este día.
Khamlia será una parada especial en esta travesía. Esta visita estará impregnada de folclore, ya que los habitantes, principalmente de piel negra, nos cautivarán con su música gnawa, una herencia de sus antepasados esclavos, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Después de este concierto, nos sumergiremos en la aventura del día y del circuito, recorriendo pistas de tierra que en tiempos pasados formaban parte del trazado del París-Dakar. Hoy, estas rutas nos revelan vestigios de minas de kohl y antiguos poblados bereberes o franceses de la época del Protectorado.
En esta jornada única, no puede faltar el toque social y etnográfico con el encuentro con familias nómadas en proceso de sedentarización. Nos compartirán su estilo de vida, arraigado en el esfuerzo y el amor propio.
Sin duda, esta experiencia enriquecedora resonará en nuestras mentes durante el regreso a Merzouga, especialmente cuando nos detengamos en un punto panorámico para contemplar la inmensidad de las dunas de arena y el desierto en su esplendor. La cena se servirá en un hotel perfectamente integrado con el entorno desértico de la localidad, asegurando una noche tranquila y reparadora.

Las últimas horas del día anterior fueron mágicas, con las luces peculiares del atardecer y el resplandor único del cielo en el desierto. Pero las primeras horas de este tercer día también prometen ser extraordinarias: valdrá la pena levantarse temprano para presenciar el amanecer en este entorno tan singular.
Después de este espectáculo y de disfrutar del desayuno, nos dirigiremos de luego emprender el camino de regreso a Marrakech. En esta ocasión, la ruta será más directa, pero optaremos por un trayecto alternativo para apreciar las sutiles diferencias de otro valle pre-sahariano: el Valle del Draa, considerado el palmeral más grande de África, con una extensión de más de 150 km de punta a punta.
Cruzaremos Ouarzazate y ascenderemos nuevamente por el Alto Atlas a través de Tizi n’Tickha, descendiendo hacia Marrakech entre paisajes fértiles y pintorescos pueblos de montaña. Al llegar a la ciudad roja, os dejaremos en el lugar acordado, donde nos despediremos y concluiremos nuestros servicios.